mayo 04, 2008

VIVIENDO CON UN NUDO

Hasta ahora supe que era tener un nudo en la garganta, solo hasta que se juntaron todos mis posibles problemas y me dieron por la espalda. Su arremetida fue feroz y me hizo ver lo vulnerable que soy. Pero ese no es el punto, aquí lo que importa es el maldito nudo. No se que hacer con él, parece que está cobrando vida propia, no me lo puedo tragar, no lo puedo escupir, no se deshace con nada. Parece mentira pero es un nudo físico lo que hay en mi garganta y lo peor es que quema, no entiendo por qué, pero está quemando todo lo que habita a su alrededor, no deja que hable bien, constantemente perturba mis ojos y hace que se les escape una que otra lágrima. Peor aun, está estorbando mi tranquilidad, porque ahora todo lo que hago gira en torno al nudo, en qué tanto durará ahí, si se piensa pasar para el estómago o salir a la calle para no volver, si en algún momento me hablará – eso me gustaría, que susurrara cualquier cosa, eso me haría muy feliz – Un momento, ¿muy feliz? ¿Cómo puede hacerme feliz un indicio físico de mi depresión? Ya este es el colmo de la falta de cordura a la que suelo llegar cuando me entristezco, ¿será posible que el nudo hable? Bueno, lo confieso, me muero de ganas de escucharlo, para amortiguar un poco, solo un poco, mi soledad.