mayo 24, 2010

VÍA LÁCTEA

Le pidió que se detuviera. No previno el surgimiento del vehemente estallido en sus entrañas. Anonadada, guardó silencio y extravió su mirada por horas. La incomprensión de su amante fue totalmente ahogada por el comfort infinito del que no quería salir. Ni la barahúnda de las calles humedecidas por el rocío le hicieron salir del momento de perfección que aquel inolvidable hombre acababa de obsequiarle.

Con el paso de los días, su deseo por repetir tal sensación se hizo tan grande, que cayó en una extraña obsesión que terminó por robarle la calma. Calma que solo recuperaba cuando su inflamable esencia se perdía en los brazos del fascinante mortal que hacía realidad todas sus fantasías.

mayo 10, 2010

MEMORIAS


Recuerdo con nostalgia y una sonrisa lo fácil que era amarla dentro de la cama, o fuera de ella si la ocasión lo hacía necesario. De hecho, aun suspiro y extravío la mirada al evocar su disposición interminable para satisfacer al pie de la letra cada uno de mis deseos.

Fue, más por eso que por otra razón, que pude ignorar al comienzo su extraño proceder y sus constantes ataques de ansiedad. Soportar sus celos sin razón y la forma habitualmente enferma de la que se valía para recordarme a su predecesora, eran asuntos del diario vivir a su lado.

Pero, con el paso de los días, aquella amante perfecta se convirtió en una perfecta molestia acostumbrada a manifestar sus deseos de no vivir más cada viernes a las cinco y a robar mi calma con aquellas lágrimas producto de depresiones que, para mi, no eran más que una forma de manipular mis sentimientos.

A decir verdad, noches como esta traen consigo un poco de arrepentimiento por el regalo que le di en su último cumpleaños: quise cumplir sus deseos estúpidos y acabar con la modorra que inundaba mi vida. Hastiado de escucharla llorar decidí ahogarla con la misma almohada que empapaba cada vez que me negaba a hacer su voluntad.