agosto 17, 2011

SAUVIGNON

Esta vez se excusó en la plácida caricia del vino para recordar la calidez de su piel y añorar su conquista de antaño. Tras varias horas -y copas- sonreía con nostalgia y fabricaba numerosos monólogos que memorizaba solo para echarlos al olvido. Qué desperdicio de palabras, de gestos y de ilusiones y de cuanta idea que abandonaba su mente para dar cabida a la cobardía que, vilmente, la abrazaba en su soledad. Nunca sería demasiado tarde para tratar de recuperar su atención -su amor-, así como tampoco jamás sería ella lo suficientemente osada como para creer en segundas oportunidades.