mayo 31, 2012

SOLAR

Con cada trago vinieron a mi mente todas las personas que observé ayer en el parque. La vendedora que alimentaba a las palomas, el joven que hablaba por teléfono con la novia, el padre que corría tras su inquieto hijo, el señor que simulaba trabajar mientras seguía con ojos morbosos a cuanta fémina pasaba, el dibujante que fumaba con desespero, el loco que dormía en la banca de al lado... Casi pude verme, ahí, con los ojos cansados haciéndome la interesante mientras me tragaba los últimos pedazos de una absurda depresión. Pensaba en ti, en las estupideces que nos decimos. Sonreía. Imaginaba que invadíamos cada centímetro de piel mutua. Volví al bar. Hablaba con mi amiga y a la vez seguía pensándote. No pedí hacerte mi compañía predilecta durante mi encierro, pero no hice nada para evitarlo. Lo triste es que cada cosa me recuerda tus palabras. Pienso en los hijos que no tendré y le invento cualquier cosa, ella no tiene por qué saber la verdadera razón. No te culpo, tú no me obligaste a renunciar. 


Lo mejor es que dejar de leer tantos diagnósticos por internet y buscar un especialista para salir de dudas. Sólo para eso...

mayo 19, 2012

HOLA.


Esta incertidumbre que nos jode. La de segundos antes a que la prueba de embarazo marque el resultado. La de las correcciones de la tesis. La que viene con el sujeto extraño que se subió a la buseta. La del familiar que debe hacerse una biopsia. La del mensaje de texto enviado por la mamá. La del mentiroso que evita ser descubierto. La del desempleado que recibirá visita domiciliaria. La del primo cocainómano que hace muecas en una reunión familiar. La de la amiga que paga con la tarjeta sólo para saber si ya le consignaron en el trabajo. La del lector que espera mientras el otro está escribiendo un mensaje. La de la joven que no sabe cómo contar a sus padres que la violaron hace 15 años. La del ex novio violento que está siendo boicoteado. Maldita incertidumbre que me jode y me lleva a pensar si luego de tantos intentos cuajaremos esta vez.

mayo 05, 2012

AUSENTE


Mientras hablaba contigo, me sentía un poco perturbada por la presencia de una cucaracha que recorría la sala como si se tratara de un parque. No le presté mucha atención a lo que me contabas de la oficina, porque era inevitable mirar a todos lados para no perderla de vista. Temía que me atacara, aunque tenía los pies sobre otra silla. Aun así, era incapaz de matarla. Me daba asco, me daba miedo fallar en el intento y que se me subiera a un brazo o algo así. 

Hablabas de los abusos de tu jefe, pero no hacía otra cosa distinta a preguntarme por la edad y el sexo de la cucaracha y por qué estaba fuera de su hogar tan tarde. ¿Acaso no la esperaba nadie? O quizás tendría algún familiar abusivo que la hacía preferir estar en la calle buscando una mala hora. ¿Se sentiría un ser humano cuando la vida se le volvía mierda? De repente fui a leer que me decías y desapareció. Creo que mi curiosidad la acosó, leyó mi mente y se sintió sucia por haberle recordado algún trauma de infancia y prefirió ocultarse. 

¡No me lo vas a creer! Tardé en contestarte porque me agaché a buscarla debajo de la mesa y encontré su número. Pobre cucaracha. A lo mejor lo único que desea es hablar con alguien que no la conozca para sentir que escapa un rato de su triste realidad.