
Llegó al lugar acordado. Ahí estaba, tan puntual como siempre, entretenida con una boquilla y fingiendo distracción. Al verla de cerca, no pudo evitar desvíar su mirada al profundo escote que dejaba entrever la perfección de sus senos. Fue intencional. La malvada mujer presintió que su diversión estaba por terminar y planeó minuciosamente un contragolpe que prolongara su aventura...
Horas después, el remordimiento era ahogado por los incandescentes recuerdos del memorable encuentro. Por fin había comprendido que nada podía hacer para resistirse a los encantos de aquella filántropa que incansablemente cumplía al pie de la letra su sinfín de fantasías...