Previendo que su amigo encontraría distracción en el conjunto de curvas que a diario cubría un uniforme, se excusó en defectos vergonzosos para amarlo en la oscuridad. Aun así, no resistió las ganas de apreciar los distintos gestos que ocasionaban en él sus movimientos a fin de calificar su gestión después de tanto tiempo. Para el asombro de la ansiosa mujer, encender las luces fue sinónimo de ver cómo el vaivén de sus pechos desconectaron a Manuel de este mundo dejándola sola y sin oportunidad de regodearse en su recompensa.
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ResponderEliminar¿Victoría o Derrota?
ResponderEliminarMmm... Eso lo decides tu mi querido amigo!
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