Esta vez se excusó en la plácida caricia del vino para recordar la calidez de su piel y añorar su conquista de antaño. Tras varias horas -y copas- sonreía con nostalgia y fabricaba numerosos monólogos que memorizaba solo para echarlos al olvido. Qué desperdicio de palabras, de gestos y de ilusiones y de cuanta idea que abandonaba su mente para dar cabida a la cobardía que, vilmente, la abrazaba en su soledad. Nunca sería demasiado tarde para tratar de recuperar su atención -su amor-, así como tampoco jamás sería ella lo suficientemente osada como para creer en segundas oportunidades.
Por orgullo tal vez??
ResponderEliminarLe tocará entonces, vivir de lo vivido, y recordar... hasta comenzar una nueva historia.
Así?... o más rastrera? introducete la solidad de genero.. esa vaina existe
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