Esa era yo. Una solitaria más sentada en el parque, fumando y llorando. Qué digo una más. Era la única solitaria. A mi izquierda parejas demostrando su amor dominical vespertino y a mi otra izquierda hombres hablando de fútbol. Estuve cuestionándome. Culpándome por mis desaciertos. Sintiéndome como la imbécil que soy. Y apareciste. O quizás ya estabas ahí y en mi afán por buscar felicidad lejos de casa olvidé esculcar en los rizos. No importa. Apareciste en el momento que más necesitaba de tus manos para secar mis lágrimas y convertirlas en sonrisas absurdas. Apareciste para hacerme dudar. Apareciste para traerme de vuelta. Apareciste para dejarme sin palabras.
Las risas son bonitas.
ResponderEliminarSolo texteó inconscientemente en el momento oportuno.
Total,
las risas te acompañaron a casa.
(: