junio 08, 2011

LADO B






Creyose morir el día que ese mágico amante decidió abandonarla, tal como habían hecho los otros 17. En el fondo le dio igual. Estaba lo suficientemente ocupada con su nueva obsesión como para notar la ausencia de aquel ingrato.
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Venía en un diminuto empaque que dejaba asomar una dulzura tal que compensaba la agudeza de su voz y, a la vez, permitía ignorar todo lo que la gente decía sobre esas exquisitas fracciones que decoraban su rostro y cuya intensidad carmesí solo podía compararse con la invitación que hacían sus labios con cada movimiento, por mínimo que fuera.


"¡No soy así!" Decía una y otra vez mientras yacía en un estado de negación absoluta del que no quería salir...


Aún así, la volvió a ver. Se dejó arrullar por su voz. Respiró profundo y decidió caer en su abismal juego.