noviembre 20, 2009

SUPLICIO ESCARLATA

Por temor al abandono, nunca se atrevió a manifestarle lo cansada que estaba de vivir tras el fantasma de su anterior mujer. Cabizbaja y con una falsa sonrisa, recibía con resignación la lluvia de críticas que su inconforme compañero lanzaba sin reparo a cualquier hora del día.


De hecho, parecía que había aprendido a vivir pensando que Mariela era mil veces mejor en la cama y en la cocina; que sus conversaciones resultaban más amenas e inteligentes, que tenía 5 cartones enmarcados que evidenciaban su inminente superioridad, que su andar era elegante y su gusto demasiado fino y que su experiencia en la vida la hacían una mujer demasiado interesante.


Pero cada comentario, en vez de llenarla de odio, causaba una profunda envidia que le hacía desear cada noche convertirse en la perfecta Mariela. Pero era imposible, parecerse a su hermana nunca fue su mayor virtud.

noviembre 01, 2009

CARCINOMA TERMINAL

Abrió y cerró una y otra vez la caja de cigarrillos que llevaba consigo. Se veía alterado y lucía más demacrado que de costumbre. Y es que Adolfo era otro desde el día que Ella lo abandonó. Se dice que fue el sentimiento de culpa por haberla engañado y las ganas de tenerla entre sus brazos los que adelgazaron su figura y distorsionaron su semblante. Lo que muy pocos sabían era que Adolfo moría lentamente por un sentimiento de impotencia que le había dejado aquel cáncer.
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Al otro lado del mundo, se encontraba Ella tan radiante como siempre. Con lentes oscuros y acompañada de un martini ocultaba su envejecida tez, mientras recordaba los días en los que, ligera de ropa, caminaba impetuosa junto a la felicidad.
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Lo que nunca se atrevio a decir fue que, igual que él, moría de celos esa noche en la que el azar los unió por última vez.

octubre 07, 2009

LÍBIDO PUERIL

El calor aumentaba rápidamente la temperatura de aquellos cuerpos, hasta derretirlos y convertirlos en un extraño vaivén a punto de estallar. El silencio de vez en cuando era interrumpido por sonidos fugaces que intensificaban la fogosidad del momento y desconectaban solo un poco el cruce de miradas lujuriosas del que eran cómplices.
En aquel instante no existía impedimento alguno para desaparecer los pocos rastros de cordura que quedaban en su mente y dejarse caer en el abismo anatómico que se encontraba bajo su potestad. En cuestión de minutos palideció y aunque tenía los ojos abiertos, ya no veía nada terrenal, sus preocupaciones se fueron, su necesidad fue satisfecha y todo su cuerpo fue bañado por un tempestivo y ligero alivio.
Resultaba imposible no volver a despertar teniendo a su lado el núbil cuerpo de aquella insaciable niña que con un gesto le pedía más.

septiembre 28, 2009

VIDA SIN OBRA DE UNA RAPSODA ASFIXIADA

A sus 54 años, Rosario era una mujer solitaria y obsesionada con los escenarios. Desde niña soñó con alcanzar la fama, llenar salones y bares, con estampidas de gente que morían de ganas por escuchar su música, tenerla cerca y llevarse a casa un poco de su alegría.

Creció con ese deseo que abrazaba cada uno de sus huesos y le impedía hacer otra cosa en la vida distinta a cantar, tanto así que ni el cáncer pudo frustrar su ilusión…
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Esa mañana de abril, una multitud conformada por familiares, amigos y conocidos atiborraban la sala 3 de la funeraria para darle, en medio de lágrimas, un último adiós al silencioso cuerpo que yacía en el floreado ataúd.

septiembre 11, 2009

LISA

Hace un año Lisa decidió abandonar el tratamiento sugerido por su especialista a fin de probarse a sí misma que era capaz de vivir tranquilamente sin ayuda de fármacos. Con el paso de los días notó que no hubo inconveniente alguno. Desde ese momento supo que estaba sanada y bañada en lágrimas de tranquilidad hizo público su descubrimiento.

Los primeros meses fueron de felicidad, para ella y para quienes la rodeaban. Fueron perfectos hasta que la eterna solterona de la familia recibió un ramo de rosas diario durante 40 días. Todos se acercaban, llenos de curiosidad, para averiguar la identidad del remitente y, de paso, para comentar unos con otros quién podría haberse fijado en semejante esperpento.

Con la correspondencia llegaron las cartas; incomparables documentos delicadamente elaborados, hechos a la medida de los gustos de Lisa: una réplica de su letra y de su repertorio, con los colores que a ella le gustaban, con aromas que la hipnotizaban… Fue ahí cuando la especulación se convirtió en el pan diario y los comentarios relacionados con su cordura estaban en boca de todos. “El tío no es de aquí”. “Se trata de una broma”. “Ha de ser tuerto, ciego o cojo”. “Es un enfermo terminal”. “Es otra mujer”. Las extrañas, e incluso graciosas, teorías se convirtieron en el pasatiempo predilecto de familiares, parientes, vecinos y amigos. Todos llegaban a la misma conclusión: la interrupción del tratamiento había hecho flaquear la sensatez de Lisa, al punto de enviarse flores, escribirse cartas e inventarse un enamorado para sacudir la soledad de su imagen.

Lisa siempre se cuidó de andar en boca de la gente y ser tildada de loca la consumió. De hecho, la mató. Pero más aun, la tristeza que se apoderó de su ser al darse cuenta de lo subestimada que era en asuntos del corazón, el ser creída incapaz de encontrar un alma gemela que la amara y la aceptara con virtudes y defectos.

Para sorpresa de todos, al séptimo día el rezo de la novena fue interrumpido por una llamada. La madre de Lisa quedó paralizada al escuchar al otro lado de la línea a un tipo con acento extranjero que decía llamarse André, preguntar por Lisa.

agosto 20, 2009

CANCIÓN DE CUNA

Todo se congeló en el instante en el que él levantaba su mano para intimidarla, para que parase de gritar, para que lo dejara tranquilo. Mientras tanto, ella, entre lágrimas, maldecía el momento en el que la vida los juntó, olvidando de manera inmediata, el amor eterno que le había jurado y toda la felicidad que algún día tuvo a su lado. Y es que con el pasar de los días, el amor había muerto. Fue entonces, cuando su unión se volvió costumbre.

En esos momentos ella deseaba matarlo con sus propias manos, desbaratar su peinado y desfigurar con sus uñas su cara, a fin de hacer coincidir su apariencia física con su alma. Él, por su parte, quería dar vuelta atrás al tiempo y recoger sus palabras, sus esfuerzos, sus detalles, su amor, incluso su odio; anhelaba otra vida, una lejos de ella. Pero se hizo imposible hacer realidad sus fantasías y se olvidó de todo al clavar su mirada en las pupilas del niño asustado que los observaba desde el lado contrario de la habitación.

junio 16, 2009

DAMISELAS EN APUROS

En aquel instante, aburrida de la eterna espera, la pequeña cortesana decidió dar fin a su existencia porque, de un momento a otro no quiso vivir más, no sin la compañía de una figurilla que pudiese manejar a su antojo. Y es que el reino vio perturbada su tranquilidad en el momento que su juguete de toda la vida no dio más abasto y ante los azules ojos de la niña quebró su cuerpo en mil pedazos. La prioridad de la servidumbre era encontrar una marioneta igual o mejor que remplazase la ya perdida, pero la labor tardó días, meses, años… Una eternidad para nuestra impaciente doncella, acostumbrada a satisfacer a la perfección el total de sus caprichos.
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Las tardes pudieron despedirse de la zozobra y conocieron por primera vez en tanto tiempo el sosiego, la quietud propia del silencio causado por la partida de un ser inescrupuloso, incapaz de pasar por alto sus pretensiones, por mínimas que fueran. El cadáver de la puta del barrio había sido encontrado en el callejón de la otra cuadra.
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El soldadito de plomo llegó demasiado tarde a la función. Cuando apareció en escena, su acompañanta yacía en el sillón, con un espejo en una mano y una leve sonrisa en el pálido rostro desfigurado por sus uñas. Todo carecía de sentido… Cinco minutos después, todo tenía sentido. La mujer, cansada de ser vista como un objeto, se dio por vencida y desistió en la búsqueda de aquella persona que la viera como un ser humano. Ingenuamente, consideró el sacrificio de su rostro de porcelana para no ser vista, nunca más, con deseo. Aquella desdichada, asediada por la tristeza recordó y enumeró las humillaciones, recordó el día que fue despojada de su dignidad y se dio cuenta que el respeto por sí misma se había ido, poco a poco, con las lágrimas de antaño. Por tal razón quiso morir, pero fue incapaz de acabar con su vida. La mujer vivió el resto de sus días abatida, tratando de recuperar un poco de su felicidad, pero le fue imposible. Ya era muy poca cosa para merecerla.

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La anciana fue alcanzada por una lluvia de piedras. Se dio vuelta para observar la niñez de ahora. Sacó el manojo de llaves. Entró a la casa de ventanas blancas y paredes que, años atrás lucieron un amarillo tan radiante como el sol. Cerró la puerta y ya a salvo, sollozó. Luego, gimoteó amargamente. La bruja del barrio tenía sentimientos y por eso, de repente, no podía dejar de llorar. La octogenaria mujer se culpaba una y otra vez por sus errores. Recordó. Recordó y sufrió. Sufrió por sus memorias. Sufrió por su soledad. La tristeza la inundó hasta el atardecer, cuando tuvo que pararse del mecedor a tomar las tabletas vespertinas que la mantenían con vida.

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La desconsolada madre se culpó durante todo el funeral. Se escabulló entre los familiares, allegados y amigos del difunto y se encerró en el baño. Después de unos cuantos golpes contra la pared de enchape azul cielo se preguntó en qué había fallado. No encontró respuesta alguna. Concluyó haber desempeñado un buen rol en la crianza de aquel ingrato joven que hoy ya no estaba a su lado y se tranquilizó cuando decidió culpar al ausente padre, a las malas compañías, a todos a su alrededor. De esa manera alivió su dolor y pudo salir nuevamente a recibir abrazos acompañados de cientos de condolencias provenientes de los malhechores que hicieron de su vida un infierno al quitarle un pedazo de su alma.

mayo 24, 2009

INTERLUDIO

De repente supe que debía deshacerme de la acostumbrada rutina y exceptuar el seguimiento de la decena de pasos a seguir para alcanzar el objetivo en la mira. No valía la pena hacer automática la función porque en el fondo sabía que contigo no funcionaría… No, esta vez no funcionaría con alguien tan parecido a mí. Supuse que mi estrategia fallaría con uno de tu tipo. ¿Serás lo que he estado buscando? Para ser sincera, lo dudo. Creo, más bien, que eras lo que necesitaba encontrar de la nada. También supe que no serías tan fácil como otros, o por lo menos eso esperaba, para no desilusionar mi obsesión por ti ni calmar la pasión que inundaba mis sentidos al divisar tu figura.

Ignoré lo predecible que luzco delante de ti, para sentirme cada vez más atraída por tus años, por tus canas, por tu deslumbrante experiencia. Pasé por alto lo irritante que logras ser, lo perturbadoras que son tus palabras, lo intimidante de tus gestos y, nuevamente, me entregué totalmente a mis deseos y decidí ir tras de ti, queriendo alcanzarte o, al menos, pisar tus talones, con la ilusión de superar el reto de invertir los papeles.

Sin embargo, a mitad de camino quise desistir, quise recordar mis ataduras y cortar las alas, sin darme cuenta de lo rápido que estas crecían a mis espaldas para elevarme una vez más y conseguir algo de ti, cualquier cosa de ti que satisficiera mi sed y me quitara esta frustración. Pero no fue posible, cuando quise despegar ya estabas demasiado lejos y me recordaste que desde arriba las cosas tienen un mejor color y lo mucho que duele no ser suficiente para llenar las expectativas del ser amado.

abril 23, 2009

SEXO Y REVOLUCIÓN

Mi batalla, día tras día, en posición horizontal no se asemeja a la tuya, vil caminata diaria que se hace notar en las calles.

Mis palabras, consumidas con el tiempo, han hecho de este el más silencioso de los actos. Las tuyas, se hacen reales en una voz de protesta por las injusticias del país.

Mi cuerpo, magullado por los años y consumido por la venta de un sentimiento simulado, contrario a la virilidad y juventud que caracterizan al tuyo, pilar de energía liberadora, busca a toda costa contagiarse de tu aura para ganarles a la muerte y al olvido.

Mis ojos, mar de lágrimas secas de amargura y resignación se cruzan con los tuyos, oasis en la indiferencia de tus semejantes, conectándose mientras libramos un acto hostil y carnal inventado por nuestras mentes para despedirnos temporalmente de este mundo.

Yo puta y tu guerrillero. Así nos bautizó la sociedad. Nos olvidamos de nuestros asuntos pendientes para entregarnos a un placer pecaminoso y gratuito, mientras más allá de las sábanas los hermanos se siguen matando.Mi batalla, día tras día, en posición horizontal no se asemeja a la tuya, vil caminata diaria que se hace notar en las calles.

abril 14, 2009

GENÉTICA O TABÚES

Jugamos a olvidar las prohibiciones, las leyes y preceptos que nos impedían consumar la repentina pasión que surgió al cruzar nuevamente nuestros caminos. Recuerdo la infancia de otrora y me pregunto qué pasó con aquellos chiquillos que jugaban inocentemente y corrían por el jardín hasta el cansancio vespertino. Crecimos. Ahora somos más viejos, más perversos, más carnales... Más culpables de pasar por alto que no todos pueden juntarse, de ingorar las razones por las que no debimos dejarnos llevar por los crecientes deseos y las consecuencias de haber unido nuestros cuerpos para satisfacer una fugaz excitación.

Ahora, somos dueños de un secreto... Somos adictos 'a los juegos de artificio' que invetamos para pasar el rato... Somos esclavos de un nuevo vicio, uno que nos permite seguir hundiéndonos a nuestro antojo, uno que cada día nos muestra nuevas formas de ocultarnos para fingir amarnos, uno que terminará el día que uno de los dos se aburra o se enamore... Uno que puede terminar el día que seamos descubiertos mezclando nuestros cuerpos con una familiaridad tal que reboce el descaro.

febrero 01, 2009

"BUENA SUERTE Y HASTA LUEGO"


Recuerdo tu llegada. Ahí estaba yo distraída con las ilusiones propias de un mortal hasta que llegaste, moviendo tu eterna cabellera de ensueño, con la cara maquillada de forma tal que inspirabas alegría. Con una roja y hermosa sonrisa que me hacía olvidar las contrariedades con las que pretendo sufrir. Tan mujer, tan perfecta. En qué momento se me iba a ocurrir por lo que estabas atravesando, cuanto dolor, cuanto sufrimiento, si pudiera saberlo tal vez jamás te habría querido en secreto por el mismo miedo a perderte.

Creí que serías mía para siempre, porque nunca quise pensar que eras humana, vulnerable a la muerte. Prefería tu versión inmortal, aun la prefiero, porque para mi aun vives. Aun vives en las pocas imágenes que me quedaron de ti de aquel domingo gris. Habría dado mucho de mí para evitar que la agonía te consumiera hasta apagarte totalmente.


Me pregunto, ¿estarás en mejor vida? ¿Se detuvo tu sufrimiento? ¿Fuiste feliz? Por lo menos recuerdo que eso parecías, eso inspirabas, eso te rodeaba, una felicidad tal que me recordabas con tu presencia lo ingrata que soy con la vida, lo poco que me preocupo por prolongar y hacer más placentera mi estadía en este mundo, lo mucho que me quejo y lo poco que disfruto, lo inconsciente que soy, lo cruel que he sido… Eso eras tú, toda felicidad… por fuera. ¿Por dentro? No lo se, es un secreto que te llevaste a la tumba junto con la oportunidad de contagiarme de tu esencia.


De nada sirve escribirte esto, porque se que no lo leerás. Sin embargo, esta sería mi forma de decirte que de ahora en adelante trataré de valorar más lo único que tengo: un segundo más para vivir.

enero 26, 2009

12 x 4


"Una frase de mujer
te lo digo para hacerte comprender
algo así como un no se si te llamo
vos sabes para que es"



"Toda tu seducción
transformada en un vapor
perfume que me pone loco
no hay sexo sin amor
ni amor sin diversión..."


Aquí estoy, en medio de la nada esperando a que suene, a que des señales de vida, a que recuerdes cuan satisfactorias resultan ser nuestras utilitaristas y eternas conversaciones. Tal vez esa sea la mejor forma de escapar de lo cotidiano, con alguien no convencional, a una hora común y con temas de conversación inapropiados. No lo voy a negar, me gusta escuchar tu voz susurrando perversiones y fantasías extrañas a mi oído. En vicio, más que costumbre se ha convertido nuestra cita telefónica a la hora fijada y sin más protagonistas que nuestra soledad y nuestra irracional excitación.

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Sigo sentada en mi cama, luchando contra el sueño y diciéndole a mi mente que hoy si llamarás, que hoy olvidarás tus normas e ignorarás todo aquello que impide dar rienda suelta a nuestra imaginación... Pero tal vez, como en días anteriores, lo último que recordaré al despertar será la escena que recreé durante mi agonizante espera por una llamada que nunca más sucederá...