abril 27, 2012

DESVARÍO


Navegar en aguas similares, remando siempre de manera distinta. Atender con curiosidad desmedida, escuchar con impaciencia placentera, observar con desesperación. Aprobar todos sus defectos invisibles. Admirar la transparencia de sus actos. Disfrutar de la desaprobación. Jugar en silencio. Ir con calma y disimulo. Echar todo por la borda y arriesgar. Acariciar la razón. Maldecir su existencia. Contradecir. Sufrir con cada sonrisa que produce. Respirar en función de. Arrancarse la percepción de la piel. Cerrar los ojos. Contar y perderse en los números. Negarse. Resistirse. Callar. Ocultar. Odiar. Despertar. Repetir.

abril 21, 2012

DOLORES


Fingí estar borracho, cuando en realidad eran pocas las cervezas que traía encima. Fue quien abrió la puerta y de inmediato supe que ella y su minúscula pijama se me insinuaban. Con cada movimiento, su estrecha cintura se arqueaba. Cualquiera lo hubiese interpretado como una invitación a darle placer.

La muy desgraciada intentó esquivar sin éxito el primer beso que le dí. Me decía que me quedara quieto, que podía despertarse alguien. La verdad, no pensé en eso. Mi mente era ocupada por completo por el deseo que tenía de arrancarle la ropa a esa malcriada niña que vi nacer. 

¿En qué momento creció tanto? ¿De dónde salieron todas esas curvas? ¿Por qué se resistía a mis caricias? Todo eso pensé mientras se escabullía para irse corriendo a su habitación. Tomé agua para pensar más claro. En efecto, lo hice. Al darme cuenta que la puerta no estaba trancada, deduje que si la había dejado así, era porque quería que entrara.

Ahí estaba. Medio arqueada. Sus nalgas saltaron a mi vista. Encendí la luz y le indiqué que viniera conmigo. Se negó. Entonces fui por ella. La inmovilicé para poder besarla. No entendía por qué había tanta oposición de su parte. Sé que le gustó lo que le hacía por más que me pedía que me fuera a dormir. Su mirada... Era de odio, pero escondía lascivia, deseo. Al meter la mano bajo su blusa sentí algo extraño. ¿Plástico? En efecto, tenía forrado un nuevo tatuaje. Se escudó en el dolor que sentía para convencerme. Lo logró. 

Me fui a mi habitación. No sin antes besarla mucho y demostrarle que de sus labios carmesí, podía ser el dueño cuando quisiera.

Esta mañana, al despertar la pensé mucho. La deseé. La saludé como si nada hubiese pasado. Porque en efecto, nada pasó.

abril 14, 2012

ORLANDO


Sentado mirando hacia mí, me cuenta que en sus épocas nadie quedaba eximido de los preparatorios. Pero que él sacó 5.0 en todos. Luego narra, con un tono de humildad típico de ellos, que el fue el abogado de todos los bancos de Ríohacha, exceptuando el Ganadero. Que lo querían con contrato de exclusividad.

-El negocio de ustedes son las comisiones. Con eso no les alcanza para pagarme el sueldo que les pediría. -Me dice mientras se detiene para preguntar si sigo sentada a su lado-. 

Le pregunto muchas cosas. Todos se extrañan en la casa al notar mi interés por sus historias. Descubro que sólo ejerció por 20 años, debido a problemas de la columna. Nadie le ganaba en derecho civil. 

-Nadie es nadie, Ivanna Sofía.
-Ellis Stephanie, tío.
-Eso hija. No sé por qué tengo a Ivanna Sofía en la cabeza.

Continúa. Ahora me describe en el hotel que vivió durante su estadía en Cartagena. 

-Yo era quien daba las condiciones. Yo decidía mi menú. Claro, hija, si estaba pagando.

Interrumpe Hilda. Perdemos el hilo de la conversación. Así que volvemos a sus épocas de estudiante. Recuerda la vez que un ciempiés lo picó en partes nobles y prosigue con su judicatura.

-Nos mandaron a los del Magdalena para que nos nombraran desde Santa Marta. Pero ya no quedaban plazas. Nos devolvieron a Cartagena. Así fue como me nombraron juez de Barranco de Loba. Cuando llegué, 15 personas se ofrecieron de policías civiles para capturar a la gente cuando emitiera orden de captura.
-¿Cómo así, tío? ¿Y los policías normales?
-Los mataban. Me tocó llamar al comandante de un pueblo cercano para que me colaborara.

Mi tía se sienta en medio de los dos. Seguimos conversando.

-Hija, revise a ver si tengo algo en la espalda. Me está doliendo- Interrumpe ella, mientras verifico.
-¿Será que la señora me puede informar qué parte de la espalda le duele?-Dice mi tío lanzando una mirada pícara con dirección a su esposa.

Quedo petrificada.


abril 13, 2012

HILDA


Cuenta mi tía que a raíz de la muerte de su abuela, comenzaron los problemas de presión de la mía. Eran constantes ataques, tres por día incluso. El desconocimiento de muchos males y la falta de información en la época, daban para pensar en ataques demoníacos como respuesta a cualquier interrogante. Ningún exorcismo funcionó.

-Guille tenía el cabello largo - Me dice- Pero con el tiempo fue quedando con el cabello corto, como tú. En sus desmayos, era normal que las vecinas le cortaran mechones para quemarlos y ponerlos bajo su nariz a ver si la traían de nuevo. Tú sabes, ese olor era más fuerte que el del alcohol. O de no, hija, le pasaban por los pies un cepillo de esos de lavar ropa.

Ahí mi cerebro se desconecta. Viaja al pueblo a evocar los pies de mi abuela. Efectivamente eran unos pies muy maltratados. Pero creí que no era más que un efecto de su invalidez.

-Un día - continúa mi tía- lo del cepillo no sirvió. Calentaron agua. Pero yo, que era una niña curiosa metí un dedo en la olla. El agua estaba hirviendo. Imagínate, le hubiesen quemado los pies a Guille. Aunque yo creo que eso no fue de mala fe, sino el mismo afán por hacerla reaccionar.

Pienso nuevamente en la silla de ruedas de mi abuela. En lo doloroso que era visitarla y verla postrada. En lo impotente que me sentía al saber que sus ojos no podían ver lo mucho que había crecido. En la paz que sentí cuando por fin pudo descansar de este mundo. Escucho y asiento en silencio. No sé qué decir, sólo pienso en ella y en cómo la vi desmejorar...

-Esa fue una de las herencias hija... Yo sufro de la presión y le heredé eso a mis cuatro hijos. 

Mi tía enciende el televisor, mientras busca algo para calmar la sed. Comenta sobre la Cumbre e incluye en la conversación a su amado esposo. Le describe todo lo que ve. Mi tío, hace unos años también dejó de ver...

abril 02, 2012

TACHONES Y ENMENDADURAS


Esta tarde, Laura se preguntó a dónde iban a parar los formularios que desechaban por errores al momento de diligenciarlos. Pensó en cuántas hojas eran desperdiciadas al día, teniendo en cuenta el nivel educativo de los usuarios de la división. "Las cosas no están para maltratar más árboles" pensó mientras caminaba al depósito del banco y husmeaba entre polvorientas cajas olvidadas por sus compañeros. ¡Por fin las encontró! Se distrajo comparando tipos de letras, profesiones, salario... Inventó historias durante casi todo el receso y decidió llevarse a casa todo lo que fuese reciclable.

De ochocientas solicitudes, menos de la mitad eran rescatables y sólo una estaba totalmente vacía. Pensó devolverla a la oficina, pero prefirió quedársela, junto con los escombros de lo que se proyectaba como una buena amistad las ilusiones rurales para dar inicio a la vida crediticia.