enero 07, 2012

RICHTER

Raul no durmió. Se le fueron la noche y el amanecer haciendo mapas. De hecho, trataba de asimilar que los ojos que le lanzaron miradas lujuriosas, eran los mismos que tanto había visto llorar. Se preguntaba en qué cambiarían las cosas, mientras terminaba lo que, a su juicio, ella inició. Pasadas las horas, no dejaba de pensar en cuál era el mayor pecado. Si haberla dejado proceder o si no haberlo hecho antes. Sabía que en adelante todo se tornaría incómodo, pero algo en su mente le decía que era más sensato preferir la incomodidad moral antes que despedirse de los movimientos de su lengua. Pero qué carajos iba a saber su mente de sensatez, si lo único que hacía era bosquejar una y otra vez la anatomía que el exceso de ropa le había impedido acariciar.

1 comentario:

  1. Haces que el lector se transporte a situacion que describes y lo mejor es que lo haces con palabras precisas, sin excesos...
    Te felicito nena!

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