mayo 10, 2010

MEMORIAS


Recuerdo con nostalgia y una sonrisa lo fácil que era amarla dentro de la cama, o fuera de ella si la ocasión lo hacía necesario. De hecho, aun suspiro y extravío la mirada al evocar su disposición interminable para satisfacer al pie de la letra cada uno de mis deseos.

Fue, más por eso que por otra razón, que pude ignorar al comienzo su extraño proceder y sus constantes ataques de ansiedad. Soportar sus celos sin razón y la forma habitualmente enferma de la que se valía para recordarme a su predecesora, eran asuntos del diario vivir a su lado.

Pero, con el paso de los días, aquella amante perfecta se convirtió en una perfecta molestia acostumbrada a manifestar sus deseos de no vivir más cada viernes a las cinco y a robar mi calma con aquellas lágrimas producto de depresiones que, para mi, no eran más que una forma de manipular mis sentimientos.

A decir verdad, noches como esta traen consigo un poco de arrepentimiento por el regalo que le di en su último cumpleaños: quise cumplir sus deseos estúpidos y acabar con la modorra que inundaba mi vida. Hastiado de escucharla llorar decidí ahogarla con la misma almohada que empapaba cada vez que me negaba a hacer su voluntad.

3 comentarios:

  1. Me encanta... este escrito, yole agregaria otra cosa:

    Un absurdo arrepentimiento que acaba por causar un desbarajuste en nuestras vidas, si saber que pensar ni hacer, es el sentimiento mas vicioso de todos, no te das cuenta si es servicial o inapropiado..

    saludos mi eli.. te kiero
    luisa

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  2. Decisiones que no pueden ser sometidas a criterios morales... decisiones viciosas marcadas por un deseo irrefrenable de dar fin a lo que nos agobia...

    me gustó... pero, no es mas fácil... borrarlo de la memoria?

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  3. Evidentemente mi querido Creador, pero esa fue la solución que había al alcance de aquel agobiado personaje...

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