abril 12, 2011

TAIGA

Leía. Con cada pulular de la ventana, veía cómo sus defectos eran descritos con desprecio. Por un instante, ignoró las palabras y solo divisaba un montón de letras coloridas que, seguramente, decían lo mismo de siempre. Prefirió cerrar los ojos y fantasear. Apareció en una selva húmeda, pero pronto se dio cuenta de lo repetitiva y poco original que era y, mientras escarbaba algo diferente en sus pensamientos se acordó de él. Continuó. Paulatinamente, una sonrisa se dejaba entrever y, vista nublada, trataba de aferrarse a su espalda mientras le hacía olvidar su miserable vida en medio de su solaz predilecto. Definitivamente, era perfecto. Tristemente, cuando tuvo el valor de hablarle, la luz había dejado de ser verde. "Para otra noche será." Pensó resignada mientras cerraba sesión...

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