julio 15, 2012

DESACIERTOS


Anoche Andrés no pudo dormir. Estaba demasiado pensativo e imaginando qué tan distinta sería su vida si en lugar de estar casado con Juliana, hubiese sido menos rutinario. El detonante fueron los besos y la constante insistencia de su esposa para tener sexo justo cuando estaba viendo una final de fútbol. "¡Qué inmamable te has vuelto." Le gritó impaciente mientras trataba de apartarla del sofá y repeler el inminente ataque de histeria que venía en camino. Recordó como Lucía se sentaba a su lado, sin hacer el más mínimo ruido y de cuando en cuando se paraba a buscarle una cerveza. "No debí dejarla ir", cavilaba mientras su diminuto cuerpo venía a su mente. Añoró con resignación las increíbles jornadas sexuales que tenían mientras le hacía creer a Juliana que estaba visitando a la familia o en la oficina. 

Puras excusas. La rabia y la frustración de Andrés no fueron causadas por su inoportuna esposa, ni por la derrota de su equipo en los últimos minutos. Anoche, Andrés lloró porque no esperaba encontrarse a Lucía en el supermercado agarrando la mano de otra mujer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario