Hay familias fotogénicas. Esas que se ven bien juntas y dejan los trapos sucios detrás de cámaras.
Hay otras bulliciosas. Como mis antiguos vecinos que, por
más que den de qué hablar, siempre andan unidos y disfrutan las peleas, siempre
y cuando sea con otra gente del barrio.
Las hay también desnutridas. Esas que se creen fuertes y se
desarman por la intervención de alguien que ni siquiera porta el apellido.
Hay familias karaoke. Les gusta cantar la tabla a todos y
descuidan los problemas propios.
Hay familias con bastardos y hay bastardos con suerte. Esos
cuyo padre, contrario a sus costumbres con los legítimos, decide asistir al
parto y ser el primero en cargarlos.
Hay familias psicorrígidas. Como esas que rechazan a los
hijos porque llevan más de 10 semestres estudiando la misma carrera.
Existen las de crianza. Adoptan ciertos títulos pero sólo
cuando les conviene.
Hay familias pequeñas. La madre y el hijo, que se las
arreglan como pueden.
Hay algunas que para conformarse tuvieron que tumbar un
edificio viejo. Esas son demoledoras.
Casi olvido las tradicionales. Esas que, tarde o temprano,
terminan engendrando a un hijo diferente
y se hacen expertas en poner el grito en el cielo.
Familias hay para todos los gustos. Incluso, hay personas
que comparten casa y apellidos, pero están tan vueltas mierda que más familia
es la marca de papel higiénico.
No sé. La gente es muy rara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario