noviembre 01, 2009

CARCINOMA TERMINAL

Abrió y cerró una y otra vez la caja de cigarrillos que llevaba consigo. Se veía alterado y lucía más demacrado que de costumbre. Y es que Adolfo era otro desde el día que Ella lo abandonó. Se dice que fue el sentimiento de culpa por haberla engañado y las ganas de tenerla entre sus brazos los que adelgazaron su figura y distorsionaron su semblante. Lo que muy pocos sabían era que Adolfo moría lentamente por un sentimiento de impotencia que le había dejado aquel cáncer.
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Al otro lado del mundo, se encontraba Ella tan radiante como siempre. Con lentes oscuros y acompañada de un martini ocultaba su envejecida tez, mientras recordaba los días en los que, ligera de ropa, caminaba impetuosa junto a la felicidad.
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Lo que nunca se atrevio a decir fue que, igual que él, moría de celos esa noche en la que el azar los unió por última vez.

8 comentarios:

  1. y asi... moriran de ese cancer en silencio... pero con la conviccion de que nadie mas sabe lo q ninguno de los dos dijo...

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  2. y asi... moriran de ese cancer en silencio... pero con la conviccion de que nadie mas sabe lo q ninguno de los dos dijo...

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  3. hay enfermedades que no perdonan, quizas fue mas que azar que los consumiera a ambos.
    saludos

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  4. De Damien Rice solo conozco ese tema, y me gustó.

    Ah, qué lástima que ambos se lamenten y ninguno tome la iniciativa. Dicen que uno se arrepiente más de lo que no hace y pudimos hacer que de lo que hace.

    Saludos Quimera, te agregaré a los links.

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  5. Ta bonito el texto maestra Quimera. Así se muere la gente, en el silencio, sin hacer nada.

    Salú pue.

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  6. no soy un lector decoroso, pero tus historias me atrapan tanto por lo puras y sentidas q resultan parte de mi tiempo q antes era derrochado en visitar absurdas paginas

    escribe mas de seguido y sigue poniendo a soñar a este placido lector!

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  7. Es cierto. Tiene algo en común con mi relato "Manuela". Quizás porque el final es igual de triste. Un beso

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