Aunque
fingí indiferencia la primera vez que descubrí a Gustavo mirándome, lo cierto
es que por dentro moría de la emoción. Creo que fue inmediata la acción de
imaginar sus manos desabrochar mi blusa y hasta alcancé a ver el contraste del
tatuaje que ocupaba su antebrazo izquierdo con mis pijamas. Era muy absurdo
porque para ese entonces ni su nombre conocía y aún así, sentía que no había
poder humano que me hiciera dudar de mis ganas de estar con él.
—Quién sabe… Quizás uno de estos sea el
hombre de mi vida—. Le dije a Astrid mientras escaneaba el entorno—Aunque
queda claro que yo aquí vine a trabajar y no a buscar novio.
—No finjas—Fue lo único que dijo
mientras lanzaba una mirada de comprensión y complicidad.
Astrid era una de las dos amigas que había
hecho en el trabajo. Constantemente hacía comentarios fuera de lugar y se reía
de mis ocurrencias y estaba muy enamorada de su novio.
—Olvidé decirte
—¡¿Qué?! —Me apresuré a decirle
como quien sabe que recibirá una noticia agradable.
—Ayer, cuando iba de salida, uno de los
de aquí me preguntó tu nombre.
—¿Quién? ¿Cómo? ¿Qué dijo?
—A ese sí te lo apruebo. Flaco, estatura
media, cabello oscuro y tatuaje en el brazo.
—¿Qué tiene tatuado? —En ese
momento ya estaba convencida de algo: Me iba a gustar.
—No sé. Una cosa toda rara.
—Tengo que saber quién es.
—Yo te lo muestro. Voy a estar
pendiente. Pero me gusta, se nota que no es tan lanzado y, además, tiene una sonrisa
como para darle tres hijos.
En ese momento, supongo que la frustración de
no poder resolver mi duda de inmediato me obligó a apartarme un rato para fumar
un cigarrillo que terminaron siendo dos. Todo esto para que al volver Sandra
respaldara la opinión de Astrid afirmando que estaba hecho justo para mí.
Fue complicado concentrarme esa tarde. Estuve
imaginando el físico de mi pretendiente anónimo. A todas estas, ¿qué tal si no
era pretendiente? ¿Y si sólo quería saber mi nombre porque alguien más le pidió
que averiguara? Moría de curiosidad y lo único que de vez en cuando me distraía
era el hecho de estar coqueteando con otro compañero al que SÍ le conocía la
cara.
Continúa...
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