diciembre 16, 2012

ESPERA (II)

—Voltea disimuladamente. ¡Es él!—Dijo Sandra algo emocionada—¡Bruta! Disimuladamente. Ahora se va a dar cuenta que estamos hablando de él.
—¡Ay! Me gusta.— Me quedé corta. 

Estuve en silencio mientras recordaba lo mucho que lo había detallado días atrás y que, definitivamente, me había gustado, pero no con la misma intensidad. Nuevamente, ahí estaba, mirándome de reojo y dejando escapar una leve sonrisa que no pude soportar y convertí en la excusa perfecta para escaparme a fumar.

La siguiente semana sirvió como evidencia para demostrar que nunca se es lo suficientemente mayor para actuar de forma ridícula. Esa fue mi conclusión tras encontrarme desordenando el closet todos los días y midiéndome la ropa una y otra vez. 

—Su mirada lo amerita...
—No hace falta que te justifiques, pero hoy te pasaste. Es demasiado obvio que te esmeras por llamar su atención.—Afirmó Sandra en tono jocoso.
—Ni falta que hace. Se le ve atontado. Punto para ti.—Astrid.

Sin reparo y casi por instinto me apresuré a voltear para toparme con una sonrisa tan descarada que parecía una invitación a desnudarlo.

—Gustavo.
—¿Quién es Gustavo, Sandra?
—El tuyo.

Volví a derretirme. Amaba su nombre. Ya quería gritarlo entre gemidos, para decirle buenos días, buenas noches o cualquier otra cosa, como un "te amo" a largo plazo. Entre una idea y otra se me fue el tiempo y, sin una dosis suficiente de Gustavo, me resigné a retomar labores.

—Calma.—Dijo Astrid mientras robaba un cigarrillo de mi caja—. Quizás no es tan lindo. Cuando lo conozcas podrías darte cuenta que no es lo que quieres, o decepcionarte de él...
—O él de mí.

Durante esa tarde no se tocó más el tema e intenté concentrarme en el trabajo enterrando mi cabezota en la pantalla.

<<¿Y si tiene novia? ¡Mierda!>>

Continúa...

¿Cómo carajos comenzó esto?

No hay comentarios:

Publicar un comentario