Luciana parpadeó una y otra vez. Se
divertía jugando con las secuelas del andar ajeno. Revisó sus bolsillos sólo
para darse cuenta que, nuevamente, iba desnuda. Por eso suspiró tras sentir el
afán de su lengua por enredarse en palabras y anatomías de otro mundo. Anoche, Luciana quedó atrapada en las ojeras de un desconocido.
interesante..
ResponderEliminarA Luciana se la... :O
ResponderEliminar