noviembre 18, 2011

¿Y QUÉ FUE DE SU MAJESTAD?*


Siempre he apoyado la eutanasia. Creo que la muerte digna es un derecho fundamental. Sin embargo, no es lo mismo hablar por opinar que hablar cuando hay sentimientos encontrados. Me entristece profundamente la situación de Cerati. Me digo a mi misma: ¿Por qué le pasan estas cosas a personas tan talentosas? ¿Acaso, no es suficiente deleitar a millones con tu trabajo, hacerlos felices con tus creaciones? De hecho, me culpo por envidiar a mis amigos que tienen coleando a sus ídolos. La vida es injusta. Demasiado. En cuanto leí lo que dijo Charly Alberti no pude evitar hacer mi mirada a un lado y evitar que se escapara una que otra lágrima. Después de todo, son cosas que no permite el horario laboral y que muy pocos entenderían en la oficina... La muerte, insolente como siempre, trata de arrebatarnos a un grande, a un maestro, a un dios en este mundo de mierda y nosotros, simplemente, no podemos hacer nada salvo envíarle nuestras oraciones, deseos y energías... Es imposible traerlo de vuelta a punta de pensamientos. Es imposible realizar intercambios. Este mundo es demasiado inviable.

Como diría Gustavo, últimamente los días y las noches se parecen demasiado y, en definitiva, no hay garantías. No olvidemos que Cerati es más que un cuerpo cansado. Cerati es una influencia, un símbolo de varias generaciones, Cerati somos todos si así lo queremos. Con los párpados caídos y un poco de tristeza, es necesario decir que vivo, muerto o dormido, es inmortal.

GUSTAVO ADRIÁN CERATI CLARK, vivirá y cantará siempre en mi mente, en mi corazón. Aunque ahora sea difícil escuchar su música y haya optado por ignorar por completo su maravillosa voz para no sufrir su ausencia, siempre será como mi paisaje más soñado.

*Los escritos de este blog siempre han sido impersonales, pero de excepciones vive este mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario