abril 14, 2012

ORLANDO


Sentado mirando hacia mí, me cuenta que en sus épocas nadie quedaba eximido de los preparatorios. Pero que él sacó 5.0 en todos. Luego narra, con un tono de humildad típico de ellos, que el fue el abogado de todos los bancos de Ríohacha, exceptuando el Ganadero. Que lo querían con contrato de exclusividad.

-El negocio de ustedes son las comisiones. Con eso no les alcanza para pagarme el sueldo que les pediría. -Me dice mientras se detiene para preguntar si sigo sentada a su lado-. 

Le pregunto muchas cosas. Todos se extrañan en la casa al notar mi interés por sus historias. Descubro que sólo ejerció por 20 años, debido a problemas de la columna. Nadie le ganaba en derecho civil. 

-Nadie es nadie, Ivanna Sofía.
-Ellis Stephanie, tío.
-Eso hija. No sé por qué tengo a Ivanna Sofía en la cabeza.

Continúa. Ahora me describe en el hotel que vivió durante su estadía en Cartagena. 

-Yo era quien daba las condiciones. Yo decidía mi menú. Claro, hija, si estaba pagando.

Interrumpe Hilda. Perdemos el hilo de la conversación. Así que volvemos a sus épocas de estudiante. Recuerda la vez que un ciempiés lo picó en partes nobles y prosigue con su judicatura.

-Nos mandaron a los del Magdalena para que nos nombraran desde Santa Marta. Pero ya no quedaban plazas. Nos devolvieron a Cartagena. Así fue como me nombraron juez de Barranco de Loba. Cuando llegué, 15 personas se ofrecieron de policías civiles para capturar a la gente cuando emitiera orden de captura.
-¿Cómo así, tío? ¿Y los policías normales?
-Los mataban. Me tocó llamar al comandante de un pueblo cercano para que me colaborara.

Mi tía se sienta en medio de los dos. Seguimos conversando.

-Hija, revise a ver si tengo algo en la espalda. Me está doliendo- Interrumpe ella, mientras verifico.
-¿Será que la señora me puede informar qué parte de la espalda le duele?-Dice mi tío lanzando una mirada pícara con dirección a su esposa.

Quedo petrificada.


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