noviembre 15, 2012

PRETEXTO

Estaba decidida a darte la espalda en la cama porque, pese a estar enterado de lo mucho que odio que me hables de forma imperativa, continúas dirigiéndote a mí como si me dieras órdenes. Sin embargo, hubo algo en ti que derritió mi ceño fruncido y, prácticamente, me obligó a acurrucar mi pequeño cuerpo al tuyo. Esta vez me hiciste sentir segura. A lo mejor fue el tono celoso que atribuí a tus palabras. Simplemente, me dieron ganas de desnudarme y amarte. Estuve a punto de desistir de la escenita que ya había bosquejado en mi cabeza y, creo que te diste cuenta con mi actitud. 


Anoche te luciste, pero no puedo dejar que actúes como mi padre. Lo siento, hoy no habrá desayuno para ti.

3 comentarios: