junio 26, 2012

¡ESTAMOS JODIDOS, KENNY!


Hoy vengo a contarles mi última experiencia como egresada desempleada ex hija de papi. Nunca había durado más de un mes en la casa con tanto tiempo libre, divagando, por lo que me aburrí de descansar y de recuperarme de cualquier maricada y me lancé a una convocatoria de esas que reúnen más gente que un reality criollo. El resultado de 4 horas de fila: Se me jodió la columna y tengo los pies tan hinchados que creo que el mismísimo @meich hubiese descendido de los cielos a ofrecerme unos Crocs. Y con todo ese tiempo de pie me quedaban pocas opciones: O era contar a la gente que pasaba o chismosearles la pinta. La segunda opción fue más viable, teniendo en cuenta que ya las baldosas me parecen aburridas... No faltó la grilla que intuyó que creciendo más de 10cms iba a impactar algo más que los meñiques, así como también estuvo la que se bajó del carro en chanclas color tropical que hacían contraste con la pinta sobria y, por supuesto el que usaba unos zapatos que no le combinaban ni con las ganas de trabajar. 

Me acordé mucho de ustedes. No se imaginan la cantidad de mujeres que usan jean sin bolsillo que están sin laborar. Hasta llovió. Eso si es ser muy de malas estar en Cartagena sufriendo por la malparidez del calor y que justo el día que uno sale a hacer algo productivo por su vida empiece a caer agüita. Mi entorno fue lo mismo de siempre: una pareja demostrándose, de forma asquerosa, mucho amor desde las 5:00 am, los hijueputas que no tienen reparo en tirar basura a la calle, los mototaxistas burlones que se creen la verga por su informalidad de mierda, el típico costeño que se las quiere dar de vivo en todas y yo, con la cara larga, sufriendo por haberme lanzado a la realidad nacional por el simple hecho de no querer que me vuelvan a echar un favor en cara.

Pero, a pesar de todo fue constructivo el tiempo que estuve ahí. Me hizo concluir que el DANE debería envolver sus estadísticas de los mil demonios y metérselas a nuestros dirigentes por el culo para que no sigan pretendiendo tapar el sol con un dedo. Y, acto seguido, sacárselas para que el pueblo ingenuo siga lamiéndolas y conformándose con los paños de agua tibia que a veces nos tiran de arriba, porque esto de ser colombiano es jodido. 

Creo que mi consuelo es que no nací en un país africano en el que le practican ablación a las mujeres y que por fin pude volver a casa a llevar a cabo mi rutina de no hacer nada.

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