junio 03, 2012

ENTRETIEMPO


Es raro hacer una entrada tan personal. De hecho, lo que la motivó no es tan relevante. Simplemente, hace unas horas pude verme como a uno de mis relatos, en tercera persona. Almorzaba y me atoré. Sentí cómo se me cortó la respiración. Es como si mis ojos se hubiesen posado en el techo para dejarme ver la imagen patética de mi figura retorciéndose inclinada en la mecedora, tratando de darle libertad a mi tráquea. Finalmente, la gente descomplicada como yo, también se asusta con la idea de la muerte. Diría que recordé cosas de mi pasado, pero todo fue confuso, como cuando jugaba con mis amigos a desmayarnos poniendo las manos en el cuello. No recuerdo cómo pasó, ni cómo me desatoré. Aunque sería totalmente falso de mi parte venir con el discurso de cambio y reflexión post- peligro. Las siguientes horas no reflexioné un carajo. Bueno, sólo lo recordé unos minutos mientras veía parir a la Selección en el primer tiempo. Estuve a punto de cachetearme cuando pensé en dejar la timidez y hablar con la persona que me gusta y acceder a vernos, pero nahhh, creo que prefiero seguir burlándome por unos meses más de los inviables y coleccionando historias de personas que se van en blanco conmigo; también pensé que no vale la pena deprimirse porque es una pérdida de tiempo, pero qué va, hasta las depresiones son necesarias en algún momento de la vida. Es más, no habían pasado cinco minutos cuando ya estaba siendo grosera con alguien. En fin, eso no me hace mala persona, más bien una que no inventa discursos bobos para persuadir a los demás luego de algún acontecimiento fuera de la rutina  y que si cambia es porque le da la gana y ya.

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