septiembre 22, 2012

UN VIAJE, UN RECUERDO Y UNA ENTREGA.


Una vez conocí el otro mar, esa inmensidad azul que se extiende hasta el horizonte, distante  de esta otra inmensidad que en tonos de verde y fuego se extiende hasta el horizonte. Lejos de la llanura, buscaba el silencio, y encontré en su sonrisa y su mirada plácida un remanso de quietud, por días caminamos y hablamos de cosas triviales y de gente trivial, discutimos acerca del color del cielo aquí y allá, pusimos de presente que cada uno amaba su tierra como ninguna otra cosa, y de repente en una de esas largas caminatas por sitios llenos de olor a mar, me di cuenta que no era su sonrisa lo único que me parecía bonito en ella, era también la forma en que me decía "hola cielo", era la forma en que se exaltaba cuando le llevaba la contraria, era la forma en que se tomaba sus rizos y los hacía un moño encima de su cabeza, eran las veces que había intentado besarla y ella había quitado su rostro alegando cualquier excusa inocente como "mira en esta piedra hay un cangrejito!!".

Ese día decidí volver a casa y olvidarme de ese rostro moreno y esos ojos inocentes. Vine y me senté a escribirle a una mujer imaginaria que lentamente empezó a transfigurarse en ella, de repente en mis historias, saltaba de manera inesperada primero de forma poco relevante, y luego con el pasar del tiempo llegó a convertirse en heroína, en víctima, en protagonista en autora intelectual, en villana principal y hasta llegó a aparecer alguna vez como amante de mi alter ego. 

Incluso mis historias empezaron a oler a mar, a tener olor a coco y a incorporar playas con luna llena y brisa fresca llevando olor a sal desde las olas que resonaban de fondo rompiendo contra muelles imaginarios donde un barco indefectiblemente se alejaba con ella a bordo. Fue entonces que empecé a escribir historias de piratas y bucaneros, porque para mi eso fue siempre el mar, aventura y romance y una mujer esperando en la costa con la mirada llena de esperanza y los recuerdos prendidos en un olor que no se aleja.

Un día tomé un avión que me llevó a esa ciudad que recorrimos juntos y apenas me bajé encontré a sus padres llorando en la recepción de pasajeros, allí en frente de todos esos pasajeros que iban y venían de muchas partes, arranqué el corazón de mi pecho donde me la había llevado y la devolví entera a su familia.


Si quieren ver el escrito que le regalé a Julián para su blog aquí está: "Pausa Activa."

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