septiembre 30, 2012

ÁRIDA


Quise sentarme a escribir alguna bobada de esas que deslumbran, pero me entretuve leyendo al azar y enterándome de chismes que poco o nada inciden en mi vida. Recordé la caminata que recién había hecho, en los cigarrillos que fumé y en los osos de goma que ahogué en el helado que dejé derretir mientras veía a los padres sacar a sus hijos. "Esta ciudad es una mierda." me dije mientras al son de la música esa que nunca escuchábamos veía al cielo dejar escapar uno que otro relámpago. Por vez primera, sentí la necesidad de patear a la perra, escuchar sus alaridos de dolor, para ver si encontraba banda sonora alguna para mi impotencia, pero no. No soy así. Quise, de igual forma, sentir envidia u odio. Cualquiera podrá darte algo que yo jamás. O bueno, eso creo. Todavía no llegan los resultados y ya estoy dándome mala vida. ¿Qué tal que todo sea una falsa alarma y yo esté aquí, sufriendo por una posibilidad descartada? O, ¿qué tal que si sea lo que temo y tenga que despedirme de una parte de mí para seguir viviendo? He pasado por cosas peores y he aprendido a estar bien, a dejar morir las angustias. La diferencia, querido extraño, es que nunca antes había estado sola.

1 comentario:

  1. No sé si fue en un proverbio chino donde leí que no hay mal por bien no venga. Seguramente, sus únicos males eran su dichosa falta de iluminación.
    En fin.
    Los males siempre serán males, y no serán algo bueno si no se convierte en gasolina, o en algún otro combustible que te haga sentir nuevamente. La impotencia se derrota con caladas tóxicas, se mueren en el suspiro y el amargo sabor de la resignación te acaricia la espalda como consuelo.

    Siempre me quedará, la voz suave del mar ♪♫

    Te quiero.

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