agosto 15, 2012

CONVEXO



Creo que estaba a punto de partir. Gran parte de mi vida pasó por mis ojos mientras abría la puerta del bar y se hacía inevitable el momento de verlo, después de agonizar tantos días. En realidad, lo anterior no es cierto. Nada pasó por mi mente. Me congelé. Pero sí creí morir y la torpe sonrisa que se me escapó fue evidencia de ello. ¿Había acaso algo de malo en querer refugiarme en sus besos inmediatamente después de haber rozado su mejilla? ¿Acaso sería un error pensar que todo valió la pena, por el simple hecho de escuchar su voz mientras lo miraba a los ojos? Al decir todo, me refiero al día anterior, la semana anterior, los meses anteriores, los años... las lágrimas, las risas, los errores, los aciertos. Todo. ¿Será bueno apresurarnos? ¿Qué tan contraproducente puede ser que quiera perderme en sus lunares hasta que la memoria y los sentidos me traicionen? Ahí estaba, con un perfecto desconocido, enviciándome, enfermándome sin vuelta atrás y siendo feliz. Aquí estoy. Sentada. Trasnochada. Escribiendo esta estupidez. Tentada a borrarla. Tentada a ver qué tan lejos se puede llegar con alguien perfecto. Aquí sigo,  mirando lejos, un poco avergonzada de admitir que a diario desconozco mis acciones, pero que les encuentro sentido cada vez que me hace sonreír. 

1 comentario:

  1. Estoy acostumbrado a perderme en su mirada, sus senos, sus muslos, hasta en su... pero, no habia pensado en poder perderme en sus lunares.

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