abril 01, 2013

MOCIÓN (ii)

Te escribo porque hay días en los que la imperfección se mezcla con desesperación y no deja más remedio que buscar una forma de sustituir las ganas de hablar. Te escribo porque esta noche es inútil que hablemos. Quizás mañana también lo sea. Y el otro día. Y así. 

Me gustaría decirte que el único motivo por el que mis celos se convierten en histeria lo descubrí esta mañana, cuando desperté a tu lado y decidí que nadie más podría tener el privilegio de apreciar tu perfección matinal. Pero mentiría. Ese es sólo uno de los tantos. Aunque, pensándolo bien, ninguna razón tiene validez si tenemos en cuenta que te he descubierto diciéndome que me amas sin necesidad de ser visto, con la sinceridad de quien no tiene que demostrarle nada a nadie. 

En otro momento, habría culpado a mis hormonas, pero ambos sabemos que esa no es la causa. De hecho, es una pérdida de tiempo buscar la forma de justificar mis errores. Simplemente, volvió a ocurrir y ya. No te puedo prometer últimas veces y ya me cansé de decirte cuánto lamento hacerte daño. 

Esta vez sólo voy a decirte que mis sábanas, mi mal genio y yo esperaremos por ti las noches que sean necesarias para dejarnos apaciguar por la dulzura de tu mirada.

Doy pena. Lo sé.

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